Esta historia ocurrió
hace un par de años, cuando era más joven e inocente y recién empezaba a
descubrir que me gustaban los rabos. Era una tarde de verano y estaba aburrido
en mi casa, como suele pasar en los días de verano de un adolescente sin
obligaciones. Me conecté a Facebook y vi que Germán, uno de mis mejores amigos
por aquel entonces, estaba conectado. Así que le propuse que viniera a mi casa
a pasar el rato. Él aceptó sin protestar ya que estaba aburrido igual que yo,
así que en diez minutos se presentó en mi casa. Cuando fui a abrir la puerta,
ya que estaba solo porque mis padres trabajaban hasta tarde, me encontré a mi
amigo, no muy cambiado desde la última vez que lo vi en clase, lo único nuevo
era su corte de pelo, ahora lo tenía más corto y llevaba una especie de tupé.
La verdad es que Germán era un chico bastante guapete, un año mayor que yo,
pero igualmente nos llevábamos muy bien. Era más alto que yo, con la piel
blanca, pelo azabache, corto pero tupido,
nariz respingona, unos labios bermejos y finos, un pequeño brillante en la oreja que le daba
un aire de chico malo y unos ojos negro profundo dignos de la ciencia-ficción. En
cuanto a su físico, lo irás descubriendo a medida que vayas leyendo. Lo invité
a pasar dentro:
-¿Estamos solos en casa?
- Preguntó asomándose fugazmente a una
habitación.
- Eso parece – Dije
mientras cerraba la puerta de la calle y me dirigía a mi habitación. – Bueno, ¿qué
quieres hacer? – le pregunté mientras nos sentábamos los dos frente al
escritorio donde se encontraba mi ordenador.
- No sé, podríamos jugar
a algún juego on-line gratis, de estos que hay por Internet. – Dijo mientras
buscaba una página de juegos que frecuentaba.
Así estuvimos alrededor
de una hora, matando bichos, saltando de plataformas y recolectando monedas. Más
tarde cuando me empecé a aburrir de eso le dije:
-Bueno, con tu permiso,
me voy a quitar la camiseta, porque el calor que hace aquí es insoportable. Tú
también te la puedes quitar si tienes calor.- Le dije mientras dejaba al
descubierto mi torso desnudo, que mi creciente madurez estaba empezando a
moldear.
Él también se quitó la
camiseta y así pude ver su cuerpo de piel blanca, marcado suavemente por unos
abdominales y unos bíceps en desarrollo, junto unos pectorales adornados con
unos pequeños pezones rosados.
-Guau, estás fuerte, ¿eh
chaval? – Le dije bromeando.
- Ja ja, bueno
últimamente estoy haciendo un poco de ejercicio: abdominales, flexiones… ya
sabes.
-Bueno, y eso no te
impedirá comer algo para merendar, ¿verdad?
- ¡Eso nunca! – dijo
riéndose y levantándose para ir a la cocina a por algo que engullir.
Después de comer, nos
quedamos pensativos en silencio durante un rato sin saber qué hacer, hasta que
Germán dijo:
-Oye… ¿sabes a qué hora
vienen tus padres? – me preguntó entrecortadamente.
- Pues supongo que para
las siete o así, todavía tenemos una hora y algunos minutos para nosotros.
- Vale pues entonces… te
voy a preguntar una cosa… Tú… ¿tú te haces pajas? – Preguntó tímida pero
directamente.
- ¿¡Pajas!? – le pregunté
extrañado. Lógicamente sabía lo que eran, y me las hacía periódicamente, pero
su pregunta me extrañó como si nunca hubiese escuchado esa expresión. Supongo
que no me lo esperaba de él.
- Si, ya sabes, hacerse
una paja… masturbarse… - Musitó, como si creyese que no debería estar hablando
del tema.
-… Sí… sí que me hago,
¿por? – Admití. Era la primera vez que se lo decía a alguien en persona.
-¿Y qué tal si nos
hacemos una mientras vemos algún video porno?- Me preguntó acomodándose el
paquete, que lo noté más abultado de lo normal. Eso me hizo sonreír
pícaramente. La verdad es que tenía muchas ganas de ver un pene de otro chico
de cerca, y del suyo precisamente corrían rumores de que era muy grande para su
edad, cosa que descubriría dentro de poco.
- Vale, hoy no me he
hecho ninguna. Así que venga, elige tú el vídeo.
Entró en varias páginas
porno, hasta que puso un vídeo de un tío musculoso follando con una tía de
tetas grandes.
Nos bajamos los
pantalones hasta las rodillas mientras empezábamos a acariciarnos nuestros
bultos por encima de los calzoncillos. El suyo era muy grande comparado con el
mío, el cual se estaba empezando a poner duro. Pasado un rato, paró de
acariciarse y se la sacó. No podía creer lo que estaba viendo. Su pene era más
grande de lo que había imaginado: Tenía vello negro y frondoso que le rodeaba
todo el pubis y cubría sus huevos, la polla podía medir sin problemas unos 17 o
18 cm, estaba dura, un poco venosa y su prepucio escondía un gran glande. En
definitiva, era el pene de un actor porno en el cuerpo de un niño de 15 años.
-¡Joder! ¡Sí que la
tienes grande! Mira la mía.- Dije mientras sacaba mi pene erecto (en parte por
el porno pero también por ver el falo de mi amigo). Mi pene no es cosa del otro
mundo, mide unos 15 cm, circuncidado y con un poco de pelo púbico. Lo normal
para esa edad.
-Ja ja, bueno cada uno
tiene lo que tiene.- Dijo sonriendo
mientras lo movía, enseñándomelo orgulloso.- La tuya está bien para tu edad.
¿Me la dejas ver?
Entonces hizo algo que
nunca creí que me iba a ocurrir: Me cogió el pene. Lo palpó y después me lo agarró
como si me fuese a hacer una paja, aunque no lo hizo.
-¿Me dejas tocar la
tuya?- Le pregunté. Él asintió y acerqué mi mano al monstruo. La rodeé con mi
mano, que casi no se podía cerrar, e hice lo mismo que él: subí y bajé mi mano
a lo largo de su polla, lo que hizo que su prepucio bajase y dejase al aire un
glande grande y rosado. Sentir aquella cosa entre mis manos era algo que no
había experimentado nunca antes. La notaba caliente, dura y palpitante, con
ganas de ser vaciada.
-Joder, tienes una buena
polla.- Le dije mientras nos empezábamos a pajear viendo el vídeo. Al cabo de
un rato en la pantalla se veía como la mujer le comía los huevos a un actor
sudado y jadeante.
-Uff… ¿nunca has probado
a chuparte la polla a ti mismo? ¡Es imposible! Pero debe ser la ostia poder
hacerlo.- Me dijo mientras hacia la coña de intentar chupársela.
En ese momento pasó por
mi cabeza hacerle una mamada a Germán. No. Al menos no por ahora. Era la
primera vez que nos hacíamos una paja y no quería poner en peligro poder volver
a repetir esto. En cambio respondí: - Ya, debe de molar, pero es imposible.-
Dije sonriendo, mientras me seguía masturbando.
Seguimos pajeandonos y de
vez en cuando miraba la polla de mi amigo, grande, enorme, mientras la sacudía
entre sus manos. Me di cuenta que me ponía muchísimo, pero ahora no era momento
para ponerme a preguntarme porque. Era el momento del orgasmo. Noté como mi
cuerpo empezaba a estremecerse y mi polla se sensibilizaba:
-Joder, ¡creo que me voy
a correr ya!- Dije entre suspiros
-Espérate un poco y nos
corremos a la vez.- Dijo Germán mientras aumentaba el ritmo de su paja. La mano
iba de arriba a abajo de su polla frenéticamente, friccionándola, dándole
placer. Yo reduje el ritmo de mi mano,
haciendo ahora un movimiento lento pero placentero.
-¡¡Ya ya YAA!!- Gritó
Germán. Entonces me puse en marcha e imitándolo, aceleré mi mano.
“AAAAHHHHH!!!!!” gritamos
los dos a la vez. Un placer intenso hizo salir de mi polla un pequeño chorro de
semen claro que se extendió por mi abdomen. Pero de la polla de Germán salieron
varios chorros de leche blanca, que le mancharon la cara y el cuerpo.
Los dos nos quedamos
estirados en la silla, jadeando, mirándonos las pollas mientras las seguíamos
tocando. Todos nuestros músculos se relajaron y nos incorporamos.
Miré su
cuerpo, la tensión había marcado más sus músculos, que ahora estaban cubiertos
por caminos de leche recién exprimida.
-¿Alguna vez has probado
el semen?- Me dijo Germán mientras observaba unas gotas de lefa que le habían
quedado en la mano.
-No… ¿a qué sabe?
–Pregunté mientras miraba el pequeño charco que había en mi ombligo.
-Pues no sé cómo
explicarlo… pruébalo- Me dijo mirando el rastro de mi semen.
Cogí un poco de mi leche
con el dedo. La miré. La verdad es que me había preguntado a que sabría, pero
nunca me había atrevido a probarlo. Lo acerqué a mi nariz. No olía a nada.
Entonces me metí el dedo en la boca y lo saboreé: sabía afrutado, un sabor que
me sorprendió mucho. La verdad que me gustó, así que me acerqué a Germán y le
dije:
-Está bien, ¿a ver a que
sabe el tuyo?- Y sin avisar empecé a chuparle un pezón recubierto de semen. El
suyo sabía mucho mejor, era afrutado pero más dulce, pegajoso y caliente.
Germán se quedó inmóvil,
hasta que reaccionó y apretó mi cabeza hacia su pecho mientras suspiraba
entrecortadamente. Le gustaba y a mí también, así que yo seguí mamando el pezón
y después pasé a chupar sus pectorales, llenando mi boca de su dulce leche.
Cada chupetón sacaba un suspiro de placer en Germán. Le besé tiernamente los
pezones mientras él me acariciaba el pelo. Levanté la cabeza y me quedé
mirándole a los ojos. En ese momento iba a decir algo, pero alguien llamó al
teléfono. Eran mis padres. En cinco minutos llegaban a casa. Se lo dije a
Germán y rápidamente nos lavamos y vestimos. Le acompañé hacia la puerta y
antes de cerrarla me dijo:
- Lo que ha pasado…
-Tranquilo, ya
hablaremos.
Y este ha sido mi primer
relato. Me encantaría que dejases tu opinión y consejos para mejorar en un
comentario.
Dentro de poco habrá más
relatos, así que… ¡estad atentos!
Contacto: greenlook15@gmail.com Twitter: @greenlook
Me encanta, sobretodo porque me recuerda a una amistad mia con un madrileño de la misma edad que Germán y curiosamente también llamado Germán, con el que descubri que también me gustaban los chicos.
ResponderEliminarese jovencito esta hermoso tiene una verga para brincar encima de ella toda lanoche y chuparla al desespero, para elculeo el choco esta precioso
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