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1/8/13

Los últimos del vestuario

Aún que era primavera, aquel día estaba lloviendo a cántaros y no parecía que fuese a cambiar. La última clase que teníamos era Educación Física, y el profesor nos pidió a dos chicas, a un amigo y a mí que nos quedásemos a ayudar. Ese amigo se llamaba Adrián. Nos conocíamos desde pequeños, pero últimamente nos habíamos acercado un poco más al otro. Adrián era un chico más bajito que yo, con el pelo corto castaño clarito casi rubio, ojos color miel y cara de niño, aunque el pendiente que llevaba en el lóbulo izquierdo y su comportamiento rebelde y pícaro lo contrarrestaba. Corría el rumor de que era gay, pero era simplemente eso, un rumor. Al ser la última clase y estar lloviendo, ya no quedaba nadie en el colegio, aparte de nosotros y algún castigado por los profesores.

Una vez que acabamos de ayudar a nuestro profesor, volvimos al vestuario para cambiarnos el equipamiento del colegio mojado por la lluvia.

-El ejercicio que hacemos en clase me deja muerto. El primer día no me podía ni mover – Dijo Adrián mientras ponía su mochila encima de un banco del vestuario y empezaba a sacar ropa para cambiarse.

-Ya, son ejercicios duros, pero así nos acostumbramos a hacer ejercicio como si fuésemos a un gimnasio. Yo creo que está empezando a hacer efecto en mí. ¿Tú que crees? – Le dije mientras me quitaba la camiseta mojada.

No es que estuviese muy marcado, pero era cierto que los ejercicios que hacíamos en clase de educación física me habían ayudado a definir mis músculos, sobre todo los abdominales, pectorales y bíceps. Me puse de cara a él y le volví a preguntar.

-La verdad es que sí que ayudan, se nota que haces ejercicio. ¿Qué opinas de mí?- Dijo mientras se quitaba la camiseta y dejaba ver un cuerpo casi sin modelar, similar al de un niño que hace deporte. Aunque no fuese un sex symbol, su suave torso me ponía mucho y era el centro de atención de mis miradas indiscretas cada vez que nos cambiábamos en el vestuario.

-Tampoco soy un modelo de Calvin Klein, pero algo se nota, ¿no? – Se rio Adrián mientras se acercaba a mí y se puso a comparar sus músculos con los míos. Empezó a tocarme los brazos y mientras me reía yo hice lo mismo, hasta que él en un rápido movimiento empezó a acariciar mi abdomen. 

Paramos de reír y nos miramos a los ojos. Sabía lo que quería, sus ojos dorados me lo decían. Me quería a mí. Y yo lo quería a él también, así que empezó algo que solo había ocurrido en mis mejores sueños. Lo agarré por la espalda, acariciando su suave piel de adolescente y lo acerqué hacia mí. Él también apretaba mi espalda haciendo que nuestros cuerpos húmedos por la lluvia se rozasen, dándose calor y excitándonos. Sentía su aliento muy cerca de mí, busqué sus labios con los míos y empecé a besarlos y a morderlos suavemente mientras seguíamos abrazados.

 Bajé mis manos un poco y las metí en sus calzoncillos, buscando su culito que como me esperaba era muy suave, y el cual se encogió cuando sintió el contacto de mis manos. Él dejó mi boca y empezó a besar suavemente mi pecho y mis pezones, lo cual me ponía mucho e hizo que mi pene se levantase al momento, marcándose en mi pantalón de deporte y haciéndoselo notar a Adrián, el cual sonrió traviesamente y siguió besándome mientras me sentaba en el banco del vestuario. Yo saqué mis manos del pantalón y volví a acariciarle la espalda y el pelo, mientras él seguía bajando con sus besos, primero por mis pectorales, después por mi abdomen y después siguió lentamente el pequeño sendero de vello que me crecía desde cerca del ombligo hasta mi pubis, lo cual me hizo suspirar de puro placer. Si no lo conociese, diría que no era la primera vez que Adrián hacía esto. O a lo mejor me equivocaba. Fuere como fuere, siguió hasta llegar a la cinturilla de mi pantalón el cual bajó cuidadosamente, dejando solo mis boxers ajustados que mostraban la tremenda erección que estaba teniendo.
-Veo que te está gustando, ¿eh? – Susurró Adrián sonriente.

-Buff… dios, no sabes cuantas veces he soñado con esto. Sigue por favor.- Dije casi gimiendo.

-Ja, yo también he soñado con esto desde hace mucho, tantas veces que ya sé cómo hacerlo.- Dijo a la vez que me quitaba el calzoncillo, haciendo que mi polla se alzase como un mástil.

Adrián se arrodilló y acercó su cara a mi polla, y mientras yo le acariciaba suavemente el pelo, él empezó a besarla. Primero empezó por mis huevos, lo cual me hizo estremecer y suspirar de placer. Mientras me miraba, Adrián empezó a besar la base de mi pene y fue subiendo lentamente, haciendo que disfrutase de cada segundo, mientras me masajeaba las bolas. Empezó a chupar mi glande, que tenía un poco de pre-semen, el cual se tragó en un momento y siguió metiéndose mi polla en la boca. Era mi primera mamada y también la mejor sensación que había sentido en mi vida: Notaba como su boca caliente y húmeda me envolvía, haciendo que me olvidara de todo, estimulando con su lengua cada centímetro de mi carne.

-¡Dios sí!- gemí. No me creía lo que estaba pasando. Adrián siguió impasible hasta que se tragó mis 16 cm de carne y aguantó, lamiendo con su lengua húmeda, estimulándome. Eso me hizo gemir en voz alta. Pero lo podía hacer ya que en el colegio no había nadie.

Se sacó mi polla de la boca, dejándola bien lubricada con su saliva.
-Joder Adrián, que bien la mamas. Deja que te recompense.- Dije suspirando y sonriendo. Lo levanté y lo puse frente a mí. Empecé a besar y chupar su suave abdomen que tanto había deseado. Le miré a la cara y lo vi sonriendo:
-Venga sigue, a ver si lo haces tan bien como yo.
Le bajé los pantalones y los calzoncillos del tirón lo que dejó me dejó ver su perfecta polla: un pene blanco de unos 15 centímetros, con un glande rosado asomando por un prepucio de piel lisa, poco pelo púbico, debido a su tardío crecimiento y unos huevos que le colgaban en perfectas bolsitas de piel tersa. Una delicia vamos.

Empecé acariciando sus bolas y mientras jugaba con ellas empecé a masturbar lentamente a mi amigo, sacando su glande que empecé a chupar y a succionar. Eso estremeció a Adrián y le hizo gemir suavemente. El momento con el que tanto había fantaseado se estaba haciendo realidad y sin pensármelo dos veces, me metí de golpe el tesoro de Adrián en la boca. Era deliciosa. No era demasiado gorda por lo que pude estimular perfectamente cada centímetro de su verga con mi lengua húmeda. Aguanté con ella dentro hasta que no pude más y la saqué. Entonces empecé una mamada digna del porno, aumentando poco a poco el ritmo, lamiendo toda la polla de mi amigo, succionándola, haciéndole gemir de puro placer.

Placer que nos envolvía a los dos tanto que no nos dimos cuenta de que una tercera persona nos observaba desde la puerta del vestuario. Es persona era Fran, uno de nuestros mejores amigos. Pero, ¿qué hacía allí?
-Veo que os lo estáis pasando bien, ¿eh putitas?-Dijo sonriendo, apoyado en la puerta. Esa sonrisa de malota me ponía a cien, porque Fran era otro centro de mis fantasías. Simplemente era el chico ideal: Piel morena, un pelo rubio pardo, ojos verdes con reflejos amarillos y un cuerpo de escándalo cincelado por todo el deporte que practicaba desde pequeño.

-Que… ¿Qué haces aquí?-Pregunté entrecortadamente mientras me levantaba del banco y alejaba el pene de Adrián de mí, el cual se intentó tapar con lo primero que encontró.

-Nada, salía del aula de castigados y escuché unos gemidos de placer y decidí acercarme a ver si merecía la pena unirme. Y veo que sí.- Dijo mientras se acercaba a nosotros. Yo le seguí el juego así que sonreí pícaramente y le acerqué a nosotros.

-¿Quieres jugar con nosotros?- Dije inocentemente, haciendo que Adrián se destapase y se acercase a mí. –Entonces desnúdate, tienes que estar igualado con nosotros.

Al decir esto Fran se desnudó al momento dejándonos ver su delicioso cuerpo y su aún más deliciosa polla erecta, morena, circuncidada y decorada con escaso vello rubio.

-Bueno, ¿quien empieza? Mi novia no me da mucho placer últimamente.- Dijo acercándose a nosotros, balanceando la polla.

-Tranquilo, nosotros lo haremos mejor.- Dije sonriendo y acercándolo a nosotros.

Adrián y yo empezamos a chuparle frenéticamente la polla, sin previo calentamiento, ahí noté que había deseado la polla de nuestro amigo tanto como yo. Nos repartíamos el delicioso tesoro entre los dos, coordinándonos entre sus bolas y su verga, la cual succionábamos sin parar, sacándole gemidos de puro placer mientras manoseábamos su cuerpo, acariciando su culito, pellizcando sus duros pezones y sobando sus abdominales.

-¡Joder SI!- Gritaba Fran todo el rato. Adrián y yo empezamos a besarnos mientras jugábamos con la polla de nuestro amigo. Esa sensación era inimaginable: la verga caliente de Fran mezclado con los suaves y húmedos labios de Adrián me estaban poniendo a cien. Empecé a masturbar a Adrián, la polla del cual estaba como una piedra.

Pasado un rato de mamadas, pajas, saliva y sobarnos por todos lados, Fran dijo:
-Bueno putitas, ahora os daré lo vuestro.- Dijo Fran, sudando, haciendo que sus músculos se marcasen en su piel morena y nos sentó a los dos en el banco y se arrodilló frente a nosotros. Empezó a masturbar nuestras vergas, duras como rocas, deseando ser tocadas por aquellas manos de ángel, presionándolas, calentándolas, dándonos placer incontrolable, haciendo realidad nuestros deseos más profundos, mientras Adrián y yo nos besábamos a duras penas por el placer que nos hacía gemir fuertemente.

Mi cuerpo no podía aguantar más, era demasiado. Así que dije:
-Joder, ¡preparaos que viene mi leche!- Dije suspirando, estremeciendo mi cuerpo. Sentía como mi polla se ponía súper dura y como el semen empezaba a subir por ella. Adrián acercó su cara a mi verga y la empezó a chupar mientras Fran seguía haciéndome una paja frenéticamente.

-¡¡SI!!- Grité de puro placer. Chorros y chorros de leche caliente salieron de mi polla, salpicando la cara de Adrián, la de Fran y mi abdomen. Pero no era el único que iba a estallar. Adrián también gritó y sin avisar, un mar de leche salió de su polla, mientras gemía como un loco y llenaba todo mi cuerpo de semen caliente. Le empecé a masturbar cariñosamente, mientras las últimas gotas de semen salían y su cuerpo empezaba a relajarse. Ahora solo quedaba Fran, que se estaba masturbando como un loco. Así que le empezamos a sobar como antes y entre gritos de placer, gemidos y tensión de su cuerpo, se corrió en nuestras caras, dejándolas manchadas de leche caliente, así que empecé a chupar de la cara de Adrián: era deliciosa. Adrián y yo nos besábamos mientras sonreíamos y chupábamos el semen de nuestro amigo de nuestras caras. Fran se sentó a mi lado y también acarició y chupo nuestro semen que había esparcido por todo mi cuerpo. Finalmente, Adrián y Fran acabaron relamiendo mi cuerpo, sin dejar ni una gota de nuestra leche caliente mientras yo les acariciaba, rendido, sus cabezas cariñosamente.

Cuando nos dimos cuenta, ya se había hecho de noche y había dejado de llover. Nos lavamos brevemente los restos de semen y nos fuimos del vestuario. Por suerte no había nadie más alrededor.


Después de esto seguimos siendo muy amigos, incluso diría que más que antes. Creo que sobretodo fueron encuentros posteriores lo que nos unió más ;) 


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6 comentarios:

  1. Dios, me ha encantado la historia, ha sido... Increíble. Aunque parece demasiado historia de peli porno ¿Es una historia real o inventada? En cualquier caso me ha encantado, aunque habría molado más detalles y que la historia continuara xD

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    1. Gracias! Es inventada, ya lo pone en las etiquetas "fantasía". Me hubiese gustado ponerle más detalle, pero es que sino era muy repetitivo :/

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  2. Pero que buen relato! Me encanto! Te felicito

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  3. Que relato mas bueno, me imagine cada frase que leía y me causaste una gran erección, sigue así, he leído otros tuyos y molan mucho.

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