Hace un tiempo, un día de
caluroso verano, mi mejor amigo Alex se quedó a dormir en mi casa. No es que
fuese un tío muy especial físicamente: No estaba gordo pero tampoco muy
marcado, aun que si que estaba fuerte. Aun que teníamos apenas 15 años él ya tenía
un poco de barba en su cara, que le daba un toque más adulto y maduro, aun que
seguía siendo un rebelde que no hacía caso a nadie.
El día avanzó normal, sin
nada destacable. Hasta que llegó la noche cuando nos fuimos a dormir. Como
teníamos mucha confianza y el calor era inaguantable nos fuimos los dos a
dormir en calzoncillos, los suyos por cierto, le marcaban su abultado paquete
de forma exagerada. Nos tumbamos en las camas que estaban juntas para así poder
hablar mejor. Estuvimos un rato hablando y una cosa llevó a la otra hasta que
nos empezamos a tocar los culos en forma de coña. Su culo para que nos vamos a
engañar, estaba muy bien: Era redondo y firme pero un poco mullido. Un culazo
vamos.
Seguimos con la broma
hasta que le agarré bien el cachete y se quedó callado. Él me hizo lo mismo y,
en el silencio de la noche, como poseído por una fuerza, me acerqué un poco más
y le dije:
-¿Y si te hago esto? –
dije poniendo mi mano encima de su bulto. Nos quedamos callados hasta que él
dijo en un suspiro casi inaudible: “venga, hazlo”.
No me lo podía creer, mi
mejor amigo, con el que había compartido tantas cosas y experiencias, ahora
íbamos a compartir algo inolvidable.
Empecé a intuir la forma
de su pene que empezó a marcarse más y más en sus boxers y en muy pocos
segundos podía notar su palpitante polla, la cual empecé a acariciar
cuidadosamente, notándola en mi mano,
erecta, caliente, rebosante de deseo y sobretodo enigmática. No puedo contar
las veces con las que había soñado con el pene de Alex: Saber cómo sería,
cuanto mediría, que forma tendría… y esa noche lo iba a descubrir.
Lo rodeé con suavidad por
encima de la ropa y noté que era bastante grueso y largo. Todavía no estaba
seguro de hasta donde se dejaría llevar mi amigo, me acerqué a su espalda,
caliente y suave, rozándola con mi pecho desnudo, lo cual no incomodó a Alex,
ni siquiera se movió, lo cual me tranquilizó e hizo que acercara mis labios a
su oreja derecha para susurrarle:
-¿Quieres que siga?
El asintió con la cabeza
sigilosamente. Así que respiré hondo porque todavía no me creía lo que estaba
pasando, y puse a Alex boca arriba, el cual no ofreció ninguna resistencia, es
más, se dejaba llevar por mí como un títere. La luz de la Luna que entraba
melodramática por la ventana dibujaba la silueta de su bulto, más grande de lo
que me había imaginado al palparlo, así que me decidí de una vez y baje su
ceñido bóxer.
Lo que veía me dejó
paralizado unos segundos. Superaba todas las expectativas que tenía: su polla
era gloriosamente perfecta. Era enorme, no solo por los 18 cm pasados de largo
sino también por el ancho, que podía ser casi como el diámetro de un bote de
desodorante. Sus huevos colgaban flácidamente, recubiertos por un poco de vello
claro, nada que ver con la selva de la base de su pene, que era un bosque de
vello que crecía rizado, negro y tupido, y aun así hacia que su verga pareciese
enorme. Alex no era mucho de depilarse, pero a mi ese vello me encantaba. La
polla seguía abriéndose paso entre la mata de pelo, subiendo recta y señorial,
para acabar en un prepucio que recubría de un glande acabado en punta. Su polla
era de ensueño, y ni en un millón de fantasías me había imaginado algo así.
Le miré a la cara, y por
las facciones que dejaban ver la poca luz que había, estaba relajado, sin
moverse, mientras me miraba tranquilamente, confiando plenamente en mí. Así que
empecé a acariciar el suave abdomen de Alex haciendo que el vello se pusiese de
punta. Bajé mis manos lentamente hasta su selva donde empecé a masajear los
huevos, que colgaban flácidamente entre las piernas. Los tocaba y apretaba
suavemente, mientras pasaba mis dedos por su pelaje tupido y agarré su polla
con una mano y me di cuenta de lo verdaderamente grande que era. Mi amigo
escondía un buen tesoro que yo acababa de descubrir. La empecé a pajear
cariñosamente, haciendo subir y bajar el prepucio y asomando su glande
puntiagudo. Cogí la polla con las dos manos y la empecé a mover más
salvajemente. Alex me miraba impasible, cada vez con los ojos más abiertos. Empezó
a suspirar de placer mientras me acariciaba tímidamente los brazos. Lubriqué mi
mano con mi saliva y la repartí por la polla de mi amigo, la cual ahora estaba
bien resbaladiza y lista para poder mamarla. Como no sabía si me iba a caber
entera, empecé a chupar la punta tímidamente, mientras miraba a Alex a los
ojos, seguidamente me metí su glande en la boca y Alex puso los ojos en blanco.
Le estaba encantando. Empezó a acariciar mi pelo y a empujar sutilmente mi
cabeza hacia abajo mientras gemía débilmente. No sabía cuánto más podría
aguantarla dentro de mí, pero relajé la garganta y deje pasar al monstruoso
falo de mi amigo. No llegué hasta la mitad cuando no pude más y me la saqué de
golpe, dejándola bien lubricada.
-Quiero tu culo. – Dijo
Alex de repente mientras se incorporaba. No me esperaba eso. No sabía que
contestar:
-Ehh… No se…- Musité.
¿Iba a dejar que mi mejor amigo me desvirgase en su primera aventura con el
otro sexo?
-Si me has llevado hasta
aquí, quiero acabar bien. Así que dame tu culo, puta.- Soltó Alex. ¿Así que le
iba el rollo de sumiso? A mi sinceramente no me hacía mucha gracia, ¿pero de
verdad iba a dejar escapar esa pedazo de polla?
-Pero primero me tendrás
que preparar o algo…-Empecé a decir cuando Alex, sonriendo pícaramente, me dio un
pollazo en toda la cara que me dejó sin palabras.
-Tú calla, puta. Harás lo
que yo te diga. –Dijo Alex seriamente.
-Vale, vale… Pero digo
que…- Otro pollazo. Esto empezaba a rozar lo ridículo.
- Yo diré lo que te haré
y lo que harás. ¿Vale puta?- Dijo sin dejar de sonreír. Esto de los roles no lo
llevaba muy bien, pero le seguí la corriente y contesté:
-Vale, lo que tú quieras…
-Bien, ahora dame tu
culo.- Exigió Alex. Me quité los calzoncillos dejando al aire mi polla dura
como un diamante y me subí a la cama y me puse al lado de Alex con mi culo boca
arriba.
-¿Ahora qué?- Dije deseoso de saber que iba a pasar.
Alex pasó una pierna al otro lado de mi cuerpo, poniéndose así encima de
mí, con su verga justo sobre mi culo. Empezó a restregarla y eso me dio un
gustazo impresionante, esa polla caliente y dura, solo para mí, empezando a
abrir mi culito, lubricando mis cachetes con saliva. Alex me abrió el culo
dejando mi ano completamente al descubierto, escupió en él y con el dedo índice
empezó a repartirlo por toda la zona y entonces lo empezó a meter lentamente.
Yo de lo cachondo que estaba ya empezaba a dilatar solo, así que le cupieron
dos dedos en seguida, con los cuales sentía como masajeaba todo mi interior y
abría poco a poco mi agujero. Me estaba volviendo loco de placer, suspiraba
contra la almohada ya que no podía hacer mucho ruido, pero si los dedos se
escapaban un poco para arriba no podía controlar mis gemidos, el cual Alex
acallaba al momento dándome un cachete y diciendo “Calla guarra, que nos van a
oír”. “Guarra serás tú” contesté, perdido entre mil estímulos. Le quería seguir
el juego, pero no me iba dejar humillar a tal nivel.
-¿Con que esas tenemos? Pues ahora verás.- Dijo con vicio en sus palabras.
Agarró fuertemente mis cachetes, separándolos, dejando mi ano escasamente
cubierto de vello abierto a su completa disposición. En ese momento me di
cuenta de que era suyo completamente y estaba a su merced, así que más valía
disfrutarlo.
Se estiró sobre mí, haciéndome sentir su polla entre mis nalgas y acercó su
boca a mi oreja para decirme: -Espero que no te duela.- Le oí reírse
sordamente. Después se reincorporó y colocó la punta de su potente verga en la
entrada de mi culo. Abriendo mis cachetes más, empezó a empujar su polla dentro
de mí. Al principio solo notaba que algo raro estaba entrando dentro de mí,
pero poco a poco, a medida que aquel monstruo se iba haciendo paso la intuición
dejó paso a un sentimiento de lleno y de leve aun que desesperante dolor. La
dejó dentro un rato, mientras le oía respirar agitadamente. La sacó del todo y
pude notar como mi ano estaba completamente abierto. Él escupió dentro de mi
hoyo y sin previo aviso, la metió hasta el fondo haciéndome sentir un dolor
desgarrador. “Por favor, no tan fuerte” imploré mientras el dolor cada vez se
extendía más por mi culo. “Eso te pasa por puta desobediente. Y solo acabo de
empezar”. Siguió empujando aun que ya estuviese toda dentro y sus huevos
empujaban mis cachetes. Cuando el dolor paso un poco, él empezó a meterla y
sacarla mientras gemía de placer y esfuerzo a medida que el ritmo iba
aumentando. Al principio era una sensación de rozamiento cálido a la entrada de
mi ano, pero poco a poco empecé a notar el inmenso placer que daba aquella
enorme polla lubricada, que entraba cada vez más dentro de mí, rompiendo mi
interior y estimulando mi próstata.
De repente paró y la sacó de mi culo. Ahora sentía un vacío que necesitaba
que se volviese a llenar. “Ponte como una perra, que quiero rellenarte bien” me
dijo mientras me obligaba a ponerme a cuatro patas, con el culo en pompa para
que pudiese penetrarme bien. Bajé la cabeza y entre un hueco de mis brazos vi su
cara de vicio y como daba golpecitos con la punta de la polla en mis nalgas. La
verga volvió a entrar sin problemas y esta vez si que empezó a bombearme
fuertemente, impasible como si quisiese perforarme entero. El placer era a cada
clavada profunda cada vez más intenso y nos sincronizamos de tal forma que su
rápida perforación iba al compás de mis caderas yendo adelante y atrás. Los dos
estábamos sudando y delirios de éxtasis se mezclaban con los golpes secos de
sus huevos en mi culo. Me agarró del pelo lo que me hizo levantar la cabeza en
una posición un poco incómoda pero extrañamente placentera. Ahora su cipote me
estaba partiendo por dentro, sentía que él se iba a correr por que los golpes
eran más duros y largos. Se echó para adelante, tocando con su cálido pecho mi
espalda y dejó su polla dentro mientras gemía suavemente. “Mmmmmmmaaahh….” Noté
como varios chorros de leche caliente inundaban mi interior y como su polla los
iba disparando rellenando mi culo. Su cuerpo empezó a relajarse y levantó la
cabeza mientras yo le miraba a la cara. Sus ojos verdosos me miraron fijamente,
con una leve sonrisa de satisfacción. Pero no había acabado todo.
Sacó cuidadosamente su verga de mi culo, que empezó a brotar leche que se
esparció por mis huevos y piernas. Me dio la vuelta, dejándome con las piernas
al aire y el culo chorreando. Empezó restregar su polla semi erecta y llena de
restos de lefa por mi pecho y abdomen, que subía y bajaba agitadamente. Metió
un par de dedos en mi todavía dilatado ano para sacar más corrida, y la puso en
mi polla, que estaba como una roca. “Ahora yo te voy a ordeñar”. Repartió el
semen por mi pene para lubricarlo y lo empezó a masturbar suavemente. Con solo
eso ya estaba a punto de correrme, cuando se acercó a mi cabeza con su
balanceante polla gorda, que empecé a limpiar de su corrida y seguí mamándola
como un biberón. Estaba a punto de correrme cuando Alex sacó su verga de mi
boca y dio un beso a mi capullo mientras me hacía una brutal paja. Yo no pude
aguantar más eso así que exploté en mil chorros de leche que mancharon su cara
y todo mi cuerpo, mientras yo gemía sordamente del inmenso placer que sentía.
Mi dulce lefa se mezclaba con la suya repartida por mi polla, que él seguía
masajeando y con la mano llena de leches, me la acercó a la boca, y yo, como
buena putita que soy, me la comí entera y no dejé restos.
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