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15/2/14

Una noche sometido

Hace un tiempo, un día de caluroso verano, mi mejor amigo Alex se quedó a dormir en mi casa. No es que fuese un tío muy especial físicamente: No estaba gordo pero tampoco muy marcado, aun que si que estaba fuerte. Aun que teníamos apenas 15 años él ya tenía un poco de barba en su cara, que le daba un toque más adulto y maduro, aun que seguía siendo un rebelde que no hacía caso a nadie.

El día avanzó normal, sin nada destacable. Hasta que llegó la noche cuando nos fuimos a dormir. Como teníamos mucha confianza y el calor era inaguantable nos fuimos los dos a dormir en calzoncillos, los suyos por cierto, le marcaban su abultado paquete de forma exagerada. Nos tumbamos en las camas que estaban juntas para así poder hablar mejor. Estuvimos un rato hablando y una cosa llevó a la otra hasta que nos empezamos a tocar los culos en forma de coña. Su culo para que nos vamos a engañar, estaba muy bien: Era redondo y firme pero un poco mullido. Un culazo vamos.


Seguimos con la broma hasta que le agarré bien el cachete y se quedó callado. Él me hizo lo mismo y, en el silencio de la noche, como poseído por una fuerza, me acerqué un poco más y le dije:
-¿Y si te hago esto? – dije poniendo mi mano encima de su bulto. Nos quedamos callados hasta que él dijo en un suspiro casi inaudible: “venga, hazlo”.
No me lo podía creer, mi mejor amigo, con el que había compartido tantas cosas y experiencias, ahora íbamos a compartir algo inolvidable. 

Empecé a intuir la forma de su pene que empezó a marcarse más y más en sus boxers y en muy pocos segundos podía notar su palpitante polla, la cual empecé a acariciar cuidadosamente, notándola  en mi mano, erecta, caliente, rebosante de deseo y sobretodo enigmática. No puedo contar las veces con las que había soñado con el pene de Alex: Saber cómo sería, cuanto mediría, que forma tendría… y esa noche lo iba a descubrir.

Lo rodeé con suavidad por encima de la ropa y noté que era bastante grueso y largo. Todavía no estaba seguro de hasta donde se dejaría llevar mi amigo, me acerqué a su espalda, caliente y suave, rozándola con mi pecho desnudo, lo cual no incomodó a Alex, ni siquiera se movió, lo cual me tranquilizó e hizo que acercara mis labios a su oreja derecha para susurrarle:
-¿Quieres que siga?

El asintió con la cabeza sigilosamente. Así que respiré hondo porque todavía no me creía lo que estaba pasando, y puse a Alex boca arriba, el cual no ofreció ninguna resistencia, es más, se dejaba llevar por mí como un títere. La luz de la Luna que entraba melodramática por la ventana dibujaba la silueta de su bulto, más grande de lo que me había imaginado al palparlo, así que me decidí de una vez y baje su ceñido bóxer.
Lo que veía me dejó paralizado unos segundos. Superaba todas las expectativas que tenía: su polla era gloriosamente perfecta. Era enorme, no solo por los 18 cm pasados de largo sino también por el ancho, que podía ser casi como el diámetro de un bote de desodorante. Sus huevos colgaban flácidamente, recubiertos por un poco de vello claro, nada que ver con la selva de la base de su pene, que era un bosque de vello que crecía rizado, negro y tupido, y aun así hacia que su verga pareciese enorme. Alex no era mucho de depilarse, pero a mi ese vello me encantaba. La polla seguía abriéndose paso entre la mata de pelo, subiendo recta y señorial, para acabar en un prepucio que recubría de un glande acabado en punta. Su polla era de ensueño, y ni en un millón de fantasías me había imaginado algo así.



Le miré a la cara, y por las facciones que dejaban ver la poca luz que había, estaba relajado, sin moverse, mientras me miraba tranquilamente, confiando plenamente en mí. Así que empecé a acariciar el suave abdomen de Alex haciendo que el vello se pusiese de punta. Bajé mis manos lentamente hasta su selva donde empecé a masajear los huevos, que colgaban flácidamente entre las piernas. Los tocaba y apretaba suavemente, mientras pasaba mis dedos por su pelaje tupido y agarré su polla con una mano y me di cuenta de lo verdaderamente grande que era. Mi amigo escondía un buen tesoro que yo acababa de descubrir. La empecé a pajear cariñosamente, haciendo subir y bajar el prepucio y asomando su glande puntiagudo. Cogí la polla con las dos manos y la empecé a mover más salvajemente. Alex me miraba impasible, cada vez con los ojos más abiertos. Empezó a suspirar de placer mientras me acariciaba tímidamente los brazos. Lubriqué mi mano con mi saliva y la repartí por la polla de mi amigo, la cual ahora estaba bien resbaladiza y lista para poder mamarla. Como no sabía si me iba a caber entera, empecé a chupar la punta tímidamente, mientras miraba a Alex a los ojos, seguidamente me metí su glande en la boca y Alex puso los ojos en blanco. Le estaba encantando. Empezó a acariciar mi pelo y a empujar sutilmente mi cabeza hacia abajo mientras gemía débilmente. No sabía cuánto más podría aguantarla dentro de mí, pero relajé la garganta y deje pasar al monstruoso falo de mi amigo. No llegué hasta la mitad cuando no pude más y me la saqué de golpe, dejándola bien lubricada.


-Quiero tu culo. – Dijo Alex de repente mientras se incorporaba. No me esperaba eso. No sabía que contestar:
-Ehh… No se…- Musité. ¿Iba a dejar que mi mejor amigo me desvirgase en su primera aventura con el otro sexo?
-Si me has llevado hasta aquí, quiero acabar bien. Así que dame tu culo, puta.- Soltó Alex. ¿Así que le iba el rollo de sumiso? A mi sinceramente no me hacía mucha gracia, ¿pero de verdad iba a dejar escapar esa pedazo de polla?
-Pero primero me tendrás que preparar o algo…-Empecé a decir cuando Alex, sonriendo pícaramente, me dio un pollazo en toda la cara que me dejó sin palabras.
-Tú calla, puta. Harás lo que yo te diga. –Dijo Alex seriamente.
-Vale, vale… Pero digo que…- Otro pollazo. Esto empezaba a rozar lo ridículo.
- Yo diré lo que te haré y lo que harás. ¿Vale puta?- Dijo sin dejar de sonreír. Esto de los roles no lo llevaba muy bien, pero le seguí la corriente y contesté:
-Vale, lo que tú quieras…
-Bien, ahora dame tu culo.- Exigió Alex. Me quité los calzoncillos dejando al aire mi polla dura como un diamante y me subí a la cama y me puse al lado de Alex con mi culo boca arriba.
-¿Ahora qué?- Dije deseoso de saber que iba a pasar.

Alex pasó una pierna al otro lado de mi cuerpo, poniéndose así encima de mí, con su verga justo sobre mi culo. Empezó a restregarla y eso me dio un gustazo impresionante, esa polla caliente y dura, solo para mí, empezando a abrir mi culito, lubricando mis cachetes con saliva. Alex me abrió el culo dejando mi ano completamente al descubierto, escupió en él y con el dedo índice empezó a repartirlo por toda la zona y entonces lo empezó a meter lentamente. Yo de lo cachondo que estaba ya empezaba a dilatar solo, así que le cupieron dos dedos en seguida, con los cuales sentía como masajeaba todo mi interior y abría poco a poco mi agujero. Me estaba volviendo loco de placer, suspiraba contra la almohada ya que no podía hacer mucho ruido, pero si los dedos se escapaban un poco para arriba no podía controlar mis gemidos, el cual Alex acallaba al momento dándome un cachete y diciendo “Calla guarra, que nos van a oír”. “Guarra serás tú” contesté, perdido entre mil estímulos. Le quería seguir el juego, pero no me iba dejar humillar a tal nivel.
-¿Con que esas tenemos? Pues ahora verás.- Dijo con vicio en sus palabras.


Agarró fuertemente mis cachetes, separándolos, dejando mi ano escasamente cubierto de vello abierto a su completa disposición. En ese momento me di cuenta de que era suyo completamente y estaba a su merced, así que más valía disfrutarlo.

Se estiró sobre mí, haciéndome sentir su polla entre mis nalgas y acercó su boca a mi oreja para decirme: -Espero que no te duela.- Le oí reírse sordamente. Después se reincorporó y colocó la punta de su potente verga en la entrada de mi culo. Abriendo mis cachetes más, empezó a empujar su polla dentro de mí. Al principio solo notaba que algo raro estaba entrando dentro de mí, pero poco a poco, a medida que aquel monstruo se iba haciendo paso la intuición dejó paso a un sentimiento de lleno y de leve aun que desesperante dolor. La dejó dentro un rato, mientras le oía respirar agitadamente. La sacó del todo y pude notar como mi ano estaba completamente abierto. Él escupió dentro de mi hoyo y sin previo aviso, la metió hasta el fondo haciéndome sentir un dolor desgarrador. “Por favor, no tan fuerte” imploré mientras el dolor cada vez se extendía más por mi culo. “Eso te pasa por puta desobediente. Y solo acabo de empezar”. Siguió empujando aun que ya estuviese toda dentro y sus huevos empujaban mis cachetes. Cuando el dolor paso un poco, él empezó a meterla y sacarla mientras gemía de placer y esfuerzo a medida que el ritmo iba aumentando. Al principio era una sensación de rozamiento cálido a la entrada de mi ano, pero poco a poco empecé a notar el inmenso placer que daba aquella enorme polla lubricada, que entraba cada vez más dentro de mí, rompiendo mi interior y estimulando mi próstata.

De repente paró y la sacó de mi culo. Ahora sentía un vacío que necesitaba que se volviese a llenar. “Ponte como una perra, que quiero rellenarte bien” me dijo mientras me obligaba a ponerme a cuatro patas, con el culo en pompa para que pudiese penetrarme bien. Bajé la cabeza y entre un hueco de mis brazos vi su cara de vicio y como daba golpecitos con la punta de la polla en mis nalgas. La verga volvió a entrar sin problemas y esta vez si que empezó a bombearme fuertemente, impasible como si quisiese perforarme entero. El placer era a cada clavada profunda cada vez más intenso y nos sincronizamos de tal forma que su rápida perforación iba al compás de mis caderas yendo adelante y atrás. Los dos estábamos sudando y delirios de éxtasis se mezclaban con los golpes secos de sus huevos en mi culo. Me agarró del pelo lo que me hizo levantar la cabeza en una posición un poco incómoda pero extrañamente placentera. Ahora su cipote me estaba partiendo por dentro, sentía que él se iba a correr por que los golpes eran más duros y largos. Se echó para adelante, tocando con su cálido pecho mi espalda y dejó su polla dentro mientras gemía suavemente. “Mmmmmmmaaahh….” Noté como varios chorros de leche caliente inundaban mi interior y como su polla los iba disparando rellenando mi culo. Su cuerpo empezó a relajarse y levantó la cabeza mientras yo le miraba a la cara. Sus ojos verdosos me miraron fijamente, con una leve sonrisa de satisfacción. Pero no había acabado todo.

Sacó cuidadosamente su verga de mi culo, que empezó a brotar leche que se esparció por mis huevos y piernas. Me dio la vuelta, dejándome con las piernas al aire y el culo chorreando. Empezó restregar su polla semi erecta y llena de restos de lefa por mi pecho y abdomen, que subía y bajaba agitadamente. Metió un par de dedos en mi todavía dilatado ano para sacar más corrida, y la puso en mi polla, que estaba como una roca. “Ahora yo te voy a ordeñar”. Repartió el semen por mi pene para lubricarlo y lo empezó a masturbar suavemente. Con solo eso ya estaba a punto de correrme, cuando se acercó a mi cabeza con su balanceante polla gorda, que empecé a limpiar de su corrida y seguí mamándola como un biberón. Estaba a punto de correrme cuando Alex sacó su verga de mi boca y dio un beso a mi capullo mientras me hacía una brutal paja. Yo no pude aguantar más eso así que exploté en mil chorros de leche que mancharon su cara y todo mi cuerpo, mientras yo gemía sordamente del inmenso placer que sentía.


Mi dulce lefa se mezclaba con la suya repartida por mi polla, que él seguía masajeando y con la mano llena de leches, me la acercó a la boca, y yo, como buena putita que soy, me la comí entera y no dejé restos.


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