Ese día el entrenador no
había podido ir. Pablo, Saúl, Adri y Javi (yo) nos enteramos tarde y tuvimos
que esperar en el colegio hasta que se terminara la jornada escolar. Afortunadamente
teníamos nuestros uniformes: las camisetas, las deportivas y los pantalones
cortos negros, característicos de nuestro equipo. No tuvimos otra opción que
inventarnos un juego para entretenernos y entrenar un poco. Un juego donde íbamos
ganando puntos y, al final, el que menos puntos tuviera tenía que atravesar por
el castigo que yo estaba a punto de vivir. Para realizarlo escogimos un aula
bastante retirada que no sería utilizada el resto del día.
-Saúl: ¿Seguro que no va
a entrar nadie ahora? No quiero que nos interrumpan la humillación que va a
vivir Javi –Preguntaba entre risas. Él era el menos disciplinado del grupo y
siempre tenía algún toque de rebeldía. Por ejemplo, aprovechando que el
entrenador no estaba, se había quitado su camiseta para jugar, aunque en el
colegio estuviera prohibido hacerlo.
-Pablo: Nadie va a venir
ahora, ya se ha ido todo el mundo, solo quedamos los de volley y los de
natación. Pero esos están bien lejos–respondió Pablo, el cómplice de Saúl en
todos sus actos de indisciplina.
-Saúl: Ok bueno, hagamos
esto rápido, yo me quiero empezar a reír ya.
-Pablo: Sí, listo. Cierra
la puerta, Javi, y ven aquí.
Saúl, Pablo y Adri se
encontraban de pie en una esquina del aula. Cerré la puerta y antes de acercarme
a ellos di un último vistazo a las ventanas revisando que nadie se acercara por
el pasillo.
-Yo: Bueno, esto lo hago
por la promesa, pero que se quede entre nosotros solamente, ¿de acuerdo?
¿Puedo
confiar en vosotros?–Pregunté a mis amigos en tono serio.
-Saúl: No hay ningún
problema –Me aseguró al tiempo que se burlaba –todo depende de ti y de que
aceptes tu castigo tal y como lo planeamos – rio.
Los 3 se reían. Sus caras
reflejaban la malicia de aquel castigo. Sus cuerpos, cansados por el juego, aún
transpiraban y se tensionaban con las leves risas que les provocaba el pensar
en lo mucho que disfrutarían “humillándome”. Yo, a su vez, me mostraba algo
consternado pero no mucho, ya que no me molestaba tener que cumplir mi parte.
-Saúl: Bueno, empieza la
primera parte de la promesa, pienso que uno de nosotros debería ponerse en las
ventanas a vigilar que nadie venga, y luego nos turnamos.
-Adri: Ok, yo me pongo
primero a vigilar mientras empezáis.
Adri se puso frente a los
cristales sin quitar la vista de sus otros tres compañeros que se quedaron en
la esquina. Él era el más serio de los cuatro, y el más atractivo también.
-Saúl: Bueno, ¿empiezas
tu Pablo o empiezo yo?.
-Pablo: Yo empiezo, déjame
disfrutar esto desde el principio. A ver Javi, acércate.
Yo me acerqué y él se
quitó la camiseta y levantó sus brazos, dejando al aire sus axilas peludas.
-Pablo: Huélelas- me
ordenó.
Me acerqué lentamente a
la axila izquierda y aspiré el olor a sudor. Ese olor me excitaba mucho y
rezaba porque no se me pusiese dura, ya que con esos pantalones se me marcaría
mucho. Después de un rato, me indicó que siguiese con la derecha. Al acabar, Saúl
fue el que se puso delante de mí y levantó sus brazos. Sus axilas eran más
peludas, y como ya estaba relativamente cerca, directamente, sin decir nada, me
agarró la cabeza y la puso directamente en sus axilas. Sus axilas olían más
fuerte a sudor, y después de olerlas un rato se separó de mí.
-Saúl: Ahora, lámeme las
axilas.
-Yo: Ni hablar, me
niego-En realidad me negaba porque esa idea me excitaba demasiado y no quería
que se dieran cuenta de ello.
-Saúl: Tú a mí no me
contradices-Y al acabar la frase, volvió a sujetarme la cabeza y la apretó
contra sus axilas-Ahora chupa-ordenó.
A mí ya no me quedaba
ninguna alternativa, así que empecé a lamerle la axila. Sabía salado, pero aun
así me excitaba mucho. Mientras, Saúl y Pablo se reían mientras que Adri
observaba por la ventana y miraba lo que íbamos haciendo. Cuando Saúl vio que a
esa axila ya no le quedaba sudor, llevó mi cabeza a su otra axila. Allí seguí
lamiendo durante un buen rato hasta que Saúl consideró que era suficiente, se
apartó de mí y se puso Pablo de nuevo delante.
-Pablo: Adri, ¿no quieres
hacer nada aún?
-Adri: No,no. Seguid
vosotros, ya haré algo después.
-Saúl y Pablo: Bueno, pues
entonces…¡Segunda parte de la humillación!, ahora olerás nuestra ropa interior.
-Saúl: Pablo, empiezas tu
otra vez. Javi, tú, ponte de rodillas.
Dicho esto, Pablo se
colocó delante de mí y se quitó las deportivas y los pantalones, quedando solo
en calzoncillos y calcetines. A continuación, se quitó también los boxers, dejando
al aire un pene de tamaño considerable, no muy ancho y con pelo recortado. Dio
la vuelta a los calzoncillos, colocó bien la zona donde apenas unos segundos
antes estaba su polla y me puso los calzoncillos en la cara.
-Pablo: Ahora huélelos-me
ordenó.
Yo obediente, empecé a
oler los bóxers. No era un olor muy fuerte, pero sí era excitante. La sola idea
de que en esos mismos calzoncillos, hace unos momentos estaba su polla me ponía
muy cachondo.
Después de un rato, Saúl le dijo:
-Saúl: Bueno, ya es
suficiente, ahora me toca a mí, yo también quiero disfrutar.
Pablo y Saúl se
intercambiaron las posiciones, y este último empezó a desvestirse rápidamente, hasta
quedarse también en calcetines y con los boxers en la mano. Su polla era más
grande y más ancha que la de Pablo y tenía más pelo. Saúl tenía un cuerpo muy
definido y con abdominales muy marcados, al contrario que Pablo, que era menos
musculoso.
-Saúl: Ahora vas a ver
cómo huele mi rabo sudado, vas a oler a un hombre de verdad-dijo mientras reía
y me colocaba con fuerza sus bóxers en la cara.
Saúl era el que más
disfrutaba porque él era el que había decidido el castigo.Para él no existía
nada más humillante para un hombre que oler la ropa interior usada de otro
chico.Los boxers de Saúl olían más fuerte a sudor que los de Pablo y aún
así,Saúl tuvo su ropa interior en mi cara mucho más tiempo,y cuando empezó a
retirar sus calzoncillos de mi cara,intenté respirar aire normal para no seguir
excitándome, pero para mi sorpresa, sin que me diese cuenta, agarró una de sus
deportivas y también me la puso en la nariz. Yo intenté zafarme, pero Pablo me
sujetó la cabeza para que no pudiese moverla. El olor de las zapatillas de Saúl
me gustaba y me fue casi imposible ocultar mi erección. Después de un rato
“torturándome” Saúl y Pablo se echaron hacia atrás.
-Saúl: Adri, te toca a
ti.
-Pablo: Y solo lo de los
calzoncillos, que ya es tarde.
Adri se acercó lentamente
a mí y cuando estaba enfrente, empezó a bajarse despacio los pantalones, pero
rápidamente se los volvió a subir.
-Adri: No lo voy a
hacer-Dijo en un tono severo.
-Saúl: ¿Pero qué coño te
pasa? Prometimos que el castigo iba a ser entre los tres.
-Adri: Ya tío, pero no lo
voy a hacer.
-Saúl: Joder,lo que pasa
es que eres un poco tímido, tenías que haberlo dicho desde un principio y le hubiésemos
castigado más tiempo nosotros, que yo me he quedado con ganas.-respondió Saúl
disgustado.
-Pablo: Bueno, en ese
caso, yo me voy ya a mi casa.-dijo vistiéndose-
-Saúl: Yo también, ¿vosotros
qué vais a hacer?-dijo mientras se vestía también.
-Yo: Yo me voy a ir al
baño a lavarme la cara.
-Adri: Yo me quedo a
esperar a Javi.
Al parecer solo yo me
había dado cuenta de por qué Adri no había hecho nada. ¡Tenía una erección!. Adri
y yo nos encaminamos al baño y Saúl y Pablo se fueron a su casa.
-Yo: Bueno Adri, ¿qué ha
pasado? Imagino que no ha sido compasión por mí jajaja.
-Adri: No para nada
jajaja, solo que…. no me sentía cómodo desnudándome en una clase y delante de
todos.
-Yo: ¿Era por eso? ¿O era
porque la tenías dura y no querías que los otros dos lo viesen?
-Adri: ¿Te has dado
cuenta?-dijo Adri sonrojándose.
-Yo: Sí,y si lo que te
preocupa es el tamaño, no tienes nada de lo que avergonzarte. Y tranquilo que
no se lo diré a nadie, a cualquiera se le puede poner dura en un mal momento.
-Adri: Muchas gracias
Javi, en serio. Pero por lo menos te he librado de oler mis calzoncillos
sudados.
-Yo: En realidad hubiera
preferido los tuyos que los de Saúl o Pablo.
-Adri: ¿Y por qué dices
eso?
-Yo: No se, pareces el
más…limpio de los 3-En realidad mentí para no decirle que él es el que más me
gusta y que me ha encantado lo que me han hecho Pablo y Saúl.
-Adri: Ya, pero aun así, por
muy limpio que sea, no creo que tuvieses interés en oler mi ropa interior
sudada. Ni los de Saúl ni los de Pablo. Y más viendo cómo te los restregaban
por la cara…
-Yo: En realidad, con
Saúl me ha dado curiosidad y me han dado ganas de abrir la boca.
-Adri: ¿Hubieses sido
capaz?
-Yo: Si hubiesen sido los
tuyos sí.
-Adri :Jajaja- Adri se rio
pensando que era una broma.
Los dos entramos al baño.
Estaba dividido en 2 por una pared. La primera parte eran 5 cabinas con baños
individuales y la otra parte eran 5 lavamanos y un banco. Adri se sentó en el
banco y recostó su espalda contra la pared mientras esperaba a que me lavase la
cara. Yo, sin embargo, me acerqué a él con un gesto de seriedad y algo de
temor.
-Yo: Adri, si yo te pido
algo, y no te parece bien, ¿simplemente me dirías que no y guardarías el
secreto también?
-Adri: Que pasa Javi, ¿qué
me vas a pedir?-respondió algo nervioso y mirándome con extrañeza.
Me armé de valor y sin
titubear le dije:
-Yo: Si te pido que me
dejes oler tus boxers…. ¿me dejarías?
Adri abrió sus ojos como
nunca antes, pero no pudo sostener su mirada en la mía, ya que ahora lo miraba
fijamente.
-Yo: Porfa Adri, no pasa
nada, es solo por curiosidad.
-Adri: Pero es que no se
para que quieres…además que pasa si alguien entra aquí…y además a mí me tocaría
quitarme los zapatos y los pantalones y…-Me decía en medio de su confusión.
-Yo: No nada de eso-dije
arrodillándome en el suelo frente a él. A esta hora no hay nadie aquí, ya lo
sabes…
Adri guardaba silencio.
-Yo: Porfa Adri, ni siquiera
tienes que quitarte del banco, solo te levantas un poco y los deslizas por tus
piernas, yo me arrodillo para olerlos y listo, no pasa nada.
Adri lo pensó por unos
instantes. No sabía qué hacer, pero al fin y al cabo, yo había notado su
involuntaria erección en la clase y le intimidaba un poco que no fuera a
guardar ese secreto.
Tímidamente siguió mis
indicaciones. Se apoyó en el banco con una mano para levantar un poco su cuerpo
y, sentado como estaba, deslizó con su otra mano el pantalón por sus piernas,
llevándola hasta la mitad de sus muslos. Arrodillado frente a él, lo tomé y
bruscamente lo bajé por las piernas de mi amigo hasta doblar por sus rodillas y
dejarlo a la altura de sus pantorrillas.
Una vez hecho esto, levanté
la mirada.S in parpadear por la excitación observaba las piernas medio abiertas
de mi amigo y, en el fondo su bulto blanco tras el cual se ocultaba su polla
que adivinaba grande, blanca, hermosa. No podía ver todo el bulto pues la
camiseta de Adri lo cubría casi hasta la mitad, pero podía imaginar sus
dimensiones.
-Yo: Vamos Adri, desliza
ahora tus calzoncillos, más o menos a esta altura-le indiqué que los deslizara
justo hasta sus rodillas.
Adri me miró y, después
de dar un suspiro que sonó a resignación, levantó un poco su cuerpo apoyando
sus piernas en el suelo y su espalda en la pared. Con una mano deslizó sus calzoncillos por sus
piernas mientras que con la otra iba cubriendo su polla con la camiseta. Lo
hizo de tal forma que no pude ver nada de su rabo en ese momento.
-Yo: Eso es-le decía, hablando
en voz muy baja ahora.
Yo estaba ansioso y muy
excitado, casi no esperé hasta que Adri soltara sus pantaloncillos para
tomarlos con mis manos y deslizarlos hasta las rodillas. Una vez estuvieron
allí no lo pensé dos veces. Acerqué mi cara hasta ese pedazo de tela lleno de
significado erótico y hundí mi nariz y mi boca en la superficie donde hasta
hace unos segundos reposaba el pene de mi amigo. Olía de maravilla
Adri observaba como
olfateaba con ansiedad y suspiraba como si me faltara el aire. Sentía que
estaba haciendo algo prohibido, pero también sabía que toda la situación de esa
tarde no le era del todo indiferente. Ahora mi pene estaba más duro que nunca. Dediqué
unos minutos a olfatear los pantaloncillos de Adri. Después, sin previo aviso, y
ante los ojos asombrados de Adri, abrí mi boca, saqué un poco la lengua y la
llevé por toda la prenda impregnándome del sabor de los genitales de mi amigo. Lamí
con unas ganas que nunca había sentido. Mi pene estaba a punto de explotar pero
no me atrevía a tocarlo para que Adri no percibiera mi nivel de excitación. La
escena era extraña pero erótica: Adri sentado en el banco sobre su culo
desnudo, con su pantalón y sus boxers en sus rodillas y las piernas algo
abiertas. Yo, arrodillado frente a él, con mi cara hundida entre sus rodillas
mientras disfrutaba del olor de su ropa interior.
Cuando sentí que había
trabajado demasiado en esos calzoncillos, levanté la cara y miré a Adri
serenamente. Me estaba observando y tenía un gesto serio. Le sonreí con
complicidad y dirigí mi mirada a lo que ahora tenía enfrente: entre las piernas
de mi amigo podía apreciar perfectamente sus huevos. No podía dejar pasar la
oportunidad y en un comentario atrevido le dije:
-Yo: ¿Casi no tienes
pelos en los muslos no?
-Adri: No… me salen pocos
pelos en las piernas- respondió en voz baja y con un evidente nerviosismo.
Estiré entonces mi mano
entre las piernas de Adri y toqué la cara interior de sus muslos como
apreciando la carencia de pelos mientras seguía comentando.
-Yo: Y tus huevos, ¿tampoco
te salen muchos o te los afeitas?
Mientras preguntaba esto,
llevé dos dedos a tener contacto con los huevos de mi amigo como si estuviera
explorándolas también. Él permaneció inmóvil. Me atreví un poco más y con la
mano abarqué los huevos de mi amigo dándoles un leve masaje con la excusa de
sentir los pocos pelos que tenían. Al contacto de la mano con sus huevos, Adri
cerró levemente las piernas como en un impulso por impedir ser tocado en sus
partes íntimas.
Entendí que debería
actuar rápido si quería ir un poco más allá. Subí un poco la mano pasándola más
arriba de sus huevos, donde me encontraría con el pene duro de Adri. Llevé mi
mano por debajo de su camiseta y tomé la base de su pene mientras le preguntaba
sin alejar la mirada de sus genitales:
-Yo: ¿Todavía la tienes
dura?
Adri detuvo mi mano y
cerró más sus piernas, pues la situación le causaba temor .Se quejó diciendo:
-:¿Javi que estás
haciendo?…
Pero yo fui más rápido. Sin
importarme ya la reacción de mi amigo, le levanté la camiseta descubriendo su
gran polla(17,5cm).Estaba dura y un poco inclinada a la derecha, pero no me
detuve a observarla. Continuando con el movimiento, levanté mi cuerpo
inclinándolo hacia Adri y llevé mi cara a aquella polla que metí en mi boca con
una pericia única de alguien que tenía todo fríamente calculado. Con mi otra
mano presioné la pierna izquierda de Adri, convenciéndolo de quedarse sentado
en el banco.
-Adri: Javi no, que
estás…
Entonces, se quedó sin
palabras. Lanzó un suspiro y cedió un poco en su intento por detenerme. No
podía creer lo que estaba pasando y no sabía si debía salir corriendo o
quedarse allí, inmóvil. Pero su mezcla de nervios con excitación hicieron que
su cuerpo no respondiera inicialmente y, para cuando quiso reaccionar, estaba
gozando de una buena mamada, algo difícil de dejar pasar.
Yo había tomado a mi
amigo con fuerza y, sin dejar de darle el mejor sexo oral, presionaba más sus
muslos para que se relajara sobre el banco. Adri estaba atrapado y yo había
logrado mi cometido.
Pasaron unos segundos en
los que la confusión fue disminuyendo. Ahora solo se escuchaba el sonido que
producía mi boca al succionar con cierta dificultad la gran polla peluda de
Adri. Yo no podía creer que al fin estaba saboreando el pene de mi amigo
directamente y no a través de sus boxers. El pene de Adri era delicioso, como
cualquier otro pene. Pero, para mí, el saber que era el pene del más atractivo
de mis amigos, la parte más íntima del cuerpo de ese hombre, lo convertía en el
mejor manjar…En fin, el sabor era indescriptible, las sensaciones eran únicas y
todos sus sentidos gozaban. Mi gusto era saciado por el de la polla de Adri, mi
olfato por el olor a hombre que emanaba de su zona íntima, mi oído por los
suspiros ahogados pero sinceros e involuntarios que lanzaba mi amigo y mi tacto
por el masaje que ahora le practicaba en sus huevos y en sus piernas.
Adri estaba confundido
pero no podía pensar mucho. Las sensaciones que le traían mi tibia boca y mi
húmeda lengua eran un fuerte distractor. Eso, sumado al riesgo al que estábamos
expuestos al estar en un baño público del colegio, convertía esa experiencia en
lo más intenso que el joven había vivido.
Yo seguía mamando sin
parar, succionando con fuerza, llevando todo el pene de mi amigo hasta el fondo
de mi boca y sacándolo de nuevo para jugar con su glande. Cada vez que pasaba
la lengua por la punta del hermoso y gran pene de Adri, sentía como mi amigo
liberaba más cantidades de presemen, de ese líquido lubricante que es sinónimo
de excitación. Él estaba en un viaje de placer y yo sabía que pronto alcanzaría
el orgasmo.
No pasó mucho tiempo
antes que yo sintiera como Adri tensionaba sus piernas más de lo normal y
empezaba a suspirar. Estaba claro que en unos segundos empezaría a eyacular y a
vivir el momento más intenso de esa tarde. Pero yo no quería que ese encuentro
terminara. Llevé mi boca una vez más por todo el pene de mi amigo y luego lo
dejé libre.
Me puse de pie frente a
mi amigo. A la altura de la cara de Adri quedó el bulto que se escondía tras
mis pantalones. Adri observaba atónito mis movimientos. Yo, sin retirar mi
mirada de éxtasis de los ojos de Adri, bajé mis pantalones hasta llevarlos a la
mitad de mis muslos. Posteriormente deslicé mis calzoncillos liberando mi rabo.
Mi glande estaba húmedo ante la excitación de su cuerpo. Clavando mis ojos aún
más en los de Adri, empecé a masturbarme despacio y a suspirar.
Agitaba mi polla a pocos
centímetros de la cara de mi amigo. No lo iba a presionar, esperaba que él
entendiera el mensaje. Tras unos segundos, reaccionó de la forma deseada. Ubicando
suavemente una mano en mi pierna derecha, Adri acercó su cara a mi polla. La
solté y observé sus movimientos. Este abrió su boca y cerró sus ojos. Sin
esperar mucho, llevó su boca a mi polla y empezó a succionar torpemente
tratando de imitar el sexo oral que acababa de darle.
Suspiré al contacto con
la boca de Adri y llevé mi cabeza hacia atrás cerrando nuevamente mis ojos. No
lo hacía nada mal para ser un principiante, pero yo sentía como mi rabo
necesitaba ser cubierto en su totalidad. Puse una mano en su nuca y, acariciando
su hermoso cabello, la subí hasta tomar su cabeza por detrás. Posteriormente
ejercí algo de presión llevando la cabeza de mi amigo hacia mi cuerpo. Primero
levemente y después con más fuerza, disminuyendo la presión de vez en cuando
para que Adri tomara el ritmo de la mamada.
Transcurrieron unos
instantes de total excitación entre los muchachos. Adri había logrado tragar mi
polla, para luego soltarla y repetir el movimiento. Yo respiraba suave pero
profundamente mientras recibía la mamada de mi amigo. Después de unos minutos, Adri
liberó mi rabo y reclinó su cuerpo hacia atrás recostándose en la pared. Bajé
la mirada y me encontré con los ojos de Adri, que había empezado a masturbarse.
Acomodé mi ropa nuevamente y me arrodillé frente a él para ayudarle en su
camino final hacía el orgasmo. Sin esperar mucho tiempo, volví a acercar la
cara a los genitales de Adri. Llevé mi boca hasta llegar a los huevos de mi
amigo y las empecé a lamer para ayudarle en su paja. Con las manos abrí las
piernas de Adri para poder acercar más mi boca y abarcar los dos huevos. Después
de unos instantes estaba comiendo frenéticamente los huevos de mi amigo, que se
masturbaba sin detenerse.
Adri agitaba su pene con
fuerza. Quería completar el trabajo que mi boca había dejado empezado .Con la
ayuda de mis lametones, y del sexo oral que le había dado antes, estaba al
borde del orgasmo. Lanzó un último suspiro y se entregó al placer final. Inmediatamente
levanté la cara y tomé la polla de mi amigo. Casi arrebatándosela la dirigí a
mi boca. Las primeras cargas de semen estallaron en mi boca mientras seguía
moviendo el pene de Adri para extraer más de su esencia. Mi amigo se retorcía
sobre el banco, elevaba sus caderas e hinchaba su pecho con su respiración agitada.
Yo le estaba prolongando su orgasmo. Adri tensionaba sus brazos y sus
pectorales, y su torso se endurecía con cada contracción de su cuerpo. Uno a
uno, todos los disparos de semen fueron recibidos por mi boca.
Finalmente, Adri
relajó sus músculos y dio a entender que su orgasmo había pasado. Le miré a los
ojos pero el desvió la mirada. Entendí que debía dejarlo solo un momento para
que pudiera asimilar lo que habíamos hecho. Además, necesitaba liberar la
tensión acumulada de toda la tarde.
Me dirigí a la otra
sección del baño y entré a una de las cabinas individuales. De pie, bajé mi
pantalón y mis calzoncillos tan rápido como pude. Ni siquiera cerré la puerta
de la cabina, mi prisa me exigía masturbarme inmediatamente. Mi verga saltó al
ser liberada nuevamente de la presión y la tomé firmemente con mi mano
izquierda apretándola con mucha fuerza. Le di varias sacudidas salvajes, necesitaba
un orgasmo. Cerraba mis ojos con fuerza. Durante mi masturbación, abrí
levemente los ojos. Apenas reconocí la silueta de Adri parado frente a mí, abrí
más los ojos sorprendido y detuve mi masturbación. Adri ya se había acomodado
su ropa y me estaba observando inmóvil mientras me masturbaba.
No dije nada, decidí
continuar con mi paja que estaba ya cerca de terminar. Seguí con mi
masturbación clavando la mirada en los preciosos ojos marrones de Adri. Ninguno
parpadeaba. Ambos estábamos conectados por los ojos. Pronto, llegué al orgasmo
más intenso que he sentido. Mis gestos de placer, los movimientos de mi cuerpo,
mis suspiros de agotamiento, el sudor en mi rostro y mis ojos, que revelaban
cansancio, todo quedó registrado en la mirada atenta de Adri, que fue testigo
de mi momento íntimo.
Llené mi mano rápidamente
de semen. El orgasmo duró demasiado, me había dejado agotado. Pasaron unos
instantes y empecé a cambiar mi percepción de la situación. Sentí un poco de
vergüenza por haberme masturbado frente a mi amigo y acomodó nuevamente mi ropa
para cubrir mi rabo. Salí de la cabina y caminé por el lado de Adri hacia los
lavamanos. Me lavé la cara llevándome con el agua mi propio sudor y el aroma de
los calzoncillos de Saúl, Pablo y Adri. Me lavé las manos que habían tenido
contacto con las partes íntimas de mi amigo y me lavé la boca prometiéndome
nunca olvidar el sabor de su polla.
Adri me había seguido
pacientemente y estaba de pie junto a mí. Me observaba en total silencio.
Terminé de lavarme y me incorporé quedando frente a él. Le miré a los ojos, no
sabía que decirle. Él tampoco lo sabía. Para Adri, habíamos sido traicionados
por nuestras hormonas y nuestro encuentro no significaba ningún tipo de
inclinación homosexual. La sucesión de eventos del día nos había llevado a
realizar actos de adolescentes que deberían quedarse en lo más profundo de
nuestros secretos. Sentía algo de culpa y algo de alivio al pensar que la
compartía conmigo.
Para mí, el sexo oral con Adri no había sido
suficiente. Por ahora, debería actuar como si estuviera igualmente sorprendido,
pero ya llegaría el momento de enseñarle a mi amigo lo que es gozar en el
cuerpo de otro hombre; y de convencerlo de la libertad de experimentar que se
pueden dar los adolescentes, sin que ello comprometa su identidad en el futuro.
Relato de https://twitter.com/Jdu__1990
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